miércoles, 29 de octubre de 2025

ARRENDAMIENTO JUSTO SACUDE
EL ANDAMIAJE TRIBUTARIO






El concepto de "arrendamiento justo" ha sido introducido en la ley 32430 aprobada por el Congreso de la República, permitiendo que los contribuyentes paguen impuestos únicamente sobre las rentas efectivamente cobradas y no sobre montos pactados que pueden no llegar a concretarse. A diferencia de la norma por la cual los contribuyentes estaban obligados a tributar el 5% aun cuando el pago no se llagara a percibir, ahora el cálculo se realizará bajo el método de lo percibido, aplicándose exclusivamente sobre los ingresos efectivamente cobrados.

Si bien es cierto que la nueva ley beneficia directamente a los pequeños y medianos arrendadores, aliviando su carga tributaria y fomentando la formalización en el mercado inmobiliario, por otra parte éstos se verán forzados a acreditar de manera fehaciente la percepción de sus ingresos mediante transferencias, depósitos u otros comprobantes, quizá incluso con la intervención de la Superintendencia Nacional de Aduanas y Administración Tributaria (Sunat), que podría incrementar las fiscalizaciones para verificar la veracidad de lo declarado.

Con la ley 32430 se ha remplazado el apartado "b" del Artículo 57 del Decreto Legislativo 774, en el que se decía que las rentas de primera categoría se imputarán al ejercicio gravable en que se devenguen, por otro en el que se remplaza la palabra "devenguen" por "perciban".

La ley sin embargo presenta algunos problemas porque colisiona con dos figuras tributarias, que son la renta presunta y la renta ficta.

El arrendamiento justo ha sido visto por unos como un avance significativo y coherente con una tributación moderna y equitativa, y por otros como una ley que podría quedarse en una "declaración de buenas intenciones" si es que no se implementa correctamente o no se toman medidas contra una situación que puede facilitar la evasión fiscal. ¿Cómo encaja en esta nueva situación la renta percibida con la renta ficta donde el arrendador no percibe pago alguno? La renta presunta es cuando existe un monto de la merced conductiva anual que se tiene que comparar con el 6% del valor del autovalúo. Y Renta Ficta es cuando se cede el predio sin un valor determinado o a título gratuito, pero con una ficta equivalente al 6% del valor del predio declarado en el autovalúo.

En cualquier caso, los especialista recomiendan que los arrendadores, para evitarse problemas tendrían que implementar sistemas de control de ingresos percibidos, formalizar contratos de arrendamiento con cláusulas claras sobre pagos bancarizados y conservar toda evidencia de cobro, como comprobantes de pago o transferencias electrónicas.

El nuevo régimen del “arrendamiento justo” entrará en vigor el 1 de enero del próximo año, en concordancia con el principio de anualidad tributaria, aunque el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) todavía tiene 90 días para adecuar el reglamento correspondiente.



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miércoles, 3 de septiembre de 2025

TREN SIN DESTINO CONOCIDO

ECONONOTI




Antiguamente, en la zona central del Perú, había un servicio ferroviario de pasajeros que partía de Junín y llegaba a la estación de Desamparados, a espaldas de Palacio de Gobierno. Eran dos viajes de ida y dos de venida. Pero pronto los vehículos automotores empezaron a ganarle la partida, no solo en el transporte sino también en el de carga. El camión también comenzó a comerle mercado al tren.
De Chosica ya no solo se contaba con buses que recorrían la carretera central, para entonces ya anchada, sino también de vehículos más chicos para pasajeros, que daban flexibilidad, disponibilidad y rapidez. E incluso, cuando este sistema comenzó a tener dificultades arribó en su auxilio la ampliación del parque automotor vía importaciones. El tren solo fue útil, en el transporte de personas, en casos de emergencia, como la interrupción de la carretera central a causa de los huaycos. Y es que el tren transcurría por una vía de transporte de carga, que adolecía de lentitud, de interrupciones y de una vía alejada de la gente. Los dueños de la concesión han venido machacando con la idea de convertirla en vía de pasajeros pero durante muchos años esa idea no la han podido vender, por lo menos hasta que el acceso de López Aliaga a la alcaldía de Lima generaría circunstancialmente un tema que hasta donde sabemos no formaba parte de su programa electoral.
En EEUU había una empresa que estaba donando sus trenes. Bueno, en realidad no estaba donando nada. El tema de la donación apareció mucho después. En realidad estaba destruyendo sus locomotoras porque generaban contaminación ambiental. Razón por la cual el Estado de California otorgó un subsidio a esa empresa de 20 millones de dólares para tal propósito. Las locomotoras tenían como destino la destrucción. No así los vagones los cuales estaban a la venta para usos ajenos al negocio ferroviario. Pero luego el dueño de la empresa norteamericana, Caltrain, entró en contacto con gente, venida de Perú, interesada en adquirir no solo las locomotoras sino también los vagones. Y entonces la destrucción de se convirtió una donación donde parece que la municipalidad de Lima no solo pagó por el transporte sino por algo más. Por diversos conceptos habría desembolsado 24.5 millones de dólares, entre ellos traslados, permisos, seguros, almacenamiento y diversas reparaciones. La contradicción inicial sobre este tema se da en EEUU, porque dio pie a un interrogante: ¿Cómo es que algo que se elimina usando dinero subsidiado, para evitar la contaminación, se traslada a otro lugar de la tierra para seguir generando esa contaminación? Aparentemente lo que justificaría la superación de esta incoherencia estaría por lo ya manifestado por gente del más alto nivel del entonces gobierno de Biden: la ganancia. El negocio aparente era enviar el material ferroviario con 40 años de antigüedad porque para hacerlo funcionar se necesitará de una nueva infraestructura que demandaría un costo estratosférico para Perú y ganancias para el país del norte: Rieles y material adicional fabricados en el país donante.
La traída de los trenes ha suscitado apoyos incondicionales y críticas muy fuertes, porque, se dice, el proyecto no tiene sustento técnico, no tiene plan financiero, ni integración con el sistema metropolitano, y nunca se dijo tampoco que no podían funcionar sin la venia y la participación del Ministerio de Transportes ni la Autoridad de Transporte Urbano (ATU)y que el proyecto no tiene rieles ni destino, excepto que el alcalde propone ceder el material rodante a un operador privado, en uso y usufructo. La Ley Orgánica de Municipalidades, dictamina que un alcalde puede recibir donaciones, pero la administración de un servicio de transporte urbano no es competencia municipal. La responsabilidad la tiene la Autoridad de Transporte Urbano (ATU), entidad adscrita al Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC).
Pero como el proyecto no se adecúa a la normativa, lo que se viene ahora es el cambio de normativas. Eso es lo que parece estar pidiendo el alcalde ¿Pero es suficiente?
Un vocero de la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao (ATU) dice que al día de hoy no hay estaciones ni herramientas adecuadas para la infraestructura que requieren los vagones del tren donados por la empresa estadounidense Caltrain a la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML).
Otro tema son los números. Cuánto se pagó, qué se pagó.
La Sunat ha solicitado a la Municipalidad de Lima sustentar con documentos oficiales el valor registrado en abril de este año, que asciende a S/822 millones, que difiere de la carta oficial de donación emitida por Caltrain, que incluye 90 vagones, 19 locomotoras y repuestos, con un valor total estimado de 4.9 millones de dólares. Ante lo cual la Municipalidad respondió diciendo que el monto no corresponde a un precio de mercado, sino a un “valor técnico patrimonial”. En una sesión del Comité Consultivo de Ciudadanos de Caltrain se habría definido el envío de la flota a Lima como parte del "retiro de flota diésel" mencionándose que “se firmó un acuerdo con Lima, Perú, para la venta de locomotoras y servicios de mantenimiento diésel”.
Voces más afines con la línea ideológica del alcalde de Lima afirmaron que se pagó 7 millones de dólares a Caltrain, "casi un regalo, pero de ninguna manera una donación".



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