En los primeros
ocho meses del año, la producción de autos en Alemania cayó 11% respecto a
similar período del año anterior, debido, al parecer, a la guerra comercial,
el freno de la economía china, la incertidumbre sobre el Brexit y por la
necesidad de hacer enormes inversiones en los nuevos vehículos eléctricos. El
sector del automóvil da síntomas de mala salud y de una suerte de stress por
los desafíos tecnológicos y estructurales que se vienen.
El tema es preocupante si se considera que
el sector del automóvil representa una quinta parte de la industria alemana,
casi un 5% del PBI y da empleo directo a 800.000 personas.
La economía
alemana tuvo durante décadas al sector automotriz como uno de sus pilares,
pero lo que ahora algunos analistas diagnostican es una falta de preparación
que devendría en la destrucción de miles de puestos de trabajo.
La más afectada es
una red una red de pequeñas y medianas empresas que por su volumen de
exportación son consideradas como la clave del éxito de la actual economía
alemana.
Los automóviles
diesel en los últimos años se han visto involucradas en temas nada
decorosos. En el 2015 fue afectada por
el caso “dieselgate”, cuando se descubrió que éstos tenían instalado un
programa fraudulento para trucar sus niveles de emisiones contaminantes, lo
cual habría incidido en su falta de popularidad y en la amenaza de prohibición de circulación en
varias ciudades.
El otro inquietante factor es
el auge del auto eléctrico que podría poner en la cuerda floja a 75.000
puestos de trabajo.
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