La posibilidad de la pronta firma del TPP, ha sido
recibida en algunos sectores peruanos con
desconfianza, por el impacto negativo que podría tener en el consumidor peruano,
debido a lo relativo al tema de la propiedad intelectual. Se dice que aumentaría el precio de las
medicinas, y tantas otras cosas más debido al secretismo del acuerdo.
Un punto de vista diferente se expresa en un artículo de el “ The Economista”, donde se afirma
que el acuerdo, a pesar de sus defectos,
es una buena noticia para el mundo.
¿Para la población que vive en ese mundo? ¿Para el empresariado que maneja la
economía del mundo? ¿Para ambos? Pero la publicación esgrime un argumento: “Los críticos han lamentado la falta de
divulgación, pero si se llevar a cabo las negociaciones en forma abierta
hubiera sido una manera segura para
socavarlas. Además, afirma, los
gobiernos tendrán varios meses para revisar el acuerdo final antes de decidir
si se debe dar su asentimiento. El TPP no es principalmente acerca de la
reducción de aranceles (éstos ya son bajos después de años de la liberalización
del comercio), sino más bien sobre la configuración de las nuevas reglas para
el comercio mundial.
Si se concreta, será el mayor acuerdo comercial
regional con miembros que representan casi el 40% de la
economía mundial. No obstante, no se desechan
la importancia de fuerzas potencialmente centrífugas. Se dice
que por ejemplo que Canadá podría abandonar el grupo si sus
productores de leche son afectados. De Malasia se dice que les molesta que los estadounidenses persistan en presionar en
el tema de la trata de personas. Además, en el mimo Estados Unidos, el Congreso podría echar por
tierra el acuerdo, aun a pesar de las
ventajas que se le ofrecen a los
ganaderos, los fabricantes de automóviles y las compañías farmacéuticas. Y en Japón en oposición a los afanes del gobierno, la idea de abrir el comercio agrícola no es
nada popular entre los productores.