Mientras el mediático pre candidato presidencial Donald Trump considera al TPP como una cosa terrible, la otra aspirante presidencial Hillary Clinton muestra su escepticismo. Ante tal situación The Economist publicó un artículo abiertamente a favor del TPP, relevando lo que dicen sus proponentes, que es el más grande acuerdo comercial multilateral desde hace 20 años y que definirá las normas por las cuales de conducirá el comercio mundial. Algunos de los puntos esgrimidos a favor del TPP son los siguientes.
El TPP se aplica al 40% de la economía mundial. Solamente para los exportadores americanos 18 mil aranceles individuales se reducirán a cero. Incluso las barreras agrícolas comenzarán a caerse. Los extranjeros ganarán posiciones en el sector lácteo de Canadá y una mayor porción del mercado de carne vacuna en Japón. Algunas de estas reducciones serán lentas. Los aranceles americanos sobre camiones japoneses durarán 30 años.
Más importantes son los esfuerzos del TPP para liberalizar el comercio en el sector servicios.
No obstante el alarmismo de la izquierda el acuerdo no exalta los intereses de las grandes empresas sobre los humildes consumidores.
Ante la presión de Australia, Chile y Perú, América archivó sus demandas de que algunas drogas fueran protegidas de la competencia genérica por al menos 12 años, quedando finalmente en 5.
Igualmente se impide que las firmas de tabaco reclamen compensación por normas de salud pública que perjudiquen el negocio.
Para apaciguar a los sindicatos y otros oponentes similares de los países ricos, varios capítulos del TPP están dedicados a la protección de los trabajadores y a salvaguardias ambientales. Hay cláusulas que intentan reducir el ritmo de la deforestación y la sobrepesca.
El TPP también intenta limitar el favoritismo de los estados por sus empresas estatales, aunque se señalan algunas excepciones.