Barack
Obama salió airoso de la votación senatorial norteamericana (60 a 38) que le confiere autoridad para negociar los
acuerdos de comercio en Asia y en
cualquier otra parte del mundo. Y aun cuando el congreso tendrá la potestad de
rechazar los acuerdos a los que arribe
el gobierno norteamericano con sus contrapartes extranjeras, en modo alguno
podrá modificarlos. Se estima, además, improbable que
el congreso mande al tacho acuerdos ya firmados.
Obama
cosecha un gran éxito con el fast track obtenido, pero esto es algo que a anteriores presidentes
también les fue entregado.
Se estima que la votación constituyó una sonora derrota, tanto para los grupos medioambientales como para los sindicatos.
Sobre todo porque estos últimos piensan
que los tratados de libre comercio le quitan puestos de trabajo a
los norteamericanos. A esta visión crítica se opone la posición de los productores de ese país orientada hacia un mayor acceso de la producción estadounidense a los mercados
mundiales.