<< –¿A qué
responden las inversiones?
–Las
inversiones dependen de la credibilidad que la gente tenga en el gobierno.
–¿Cuál es
su concepto de la credibilidad?
–La
confianza. Y para lograr confianza hay que convencer a la gente. A todos.
Para lograr confianza el Estado tiene que tener capacidad de inversión.
Ahora, cuando los Estados se debilitan y tienen menor capacidad de inversión
hay que apelar aún más a la sociedad. Hay que saber cuál es la capacidad de
financiamiento que tiene la sociedad y qué nivel de crédito precisa. Cuando
uno sabe eso se puede hacer que el pueblo vuelva a entrar en el escenario
económico de cada país. Si no, ¿qué pasará? No crecerá la economía. Si la
economía no crece el Estado no recauda. Si el Estado no recauda el Estado no
invierte. Si el Estado no invierte los empresarios no invierten, porque no
tienen confianza. Si el Estado no recauda por culpa de ese ciclo el Estado
tendrá que aumentar los impuestos. Si el Estado aumenta los impuestos se
debilitará políticamente. Es decir: hay toda una ingeniería que no está en
los libros de economía. Porque es política. Puedess juntar a diez economistas
y encerrarlos en una habitación. Les plantéas que hay problemas y puedes pronosticar
lo que te dirán: corta, corta, corta, corta...
–El
famoso recorte.
–Cuando
era presidente de la república me cansaba de decir que no era economista pero
que adoraba a los economistas, porque cuando están fuera del gobierno saben
todo. Yo aprendí economía con mi mamá, que era analfabeta. Cuando cobraba
algo por un trabajo tomaba el dinero y lo ponía en sobres. Este de acá es
para pagar el supermercado, éste para la cuenta de luz, éste para el agua,
éste para viajar al trabajo... Si sobraba algo le daba un poco más a cada
uno. ¿Cuál es la lección que yo aprendí? Que uno no puede gastar más que lo
que percibe. Que uno no puede gastar más que lo recaudado. Que si quieres
endeudarte no puedes hacerlo más allá del límite de tus posibilidades de
pago. Si no puedes pagar una cuota del auto nuevo mucho menos vas a poder
pagar dos. Si no puedes pagar dos, mucho menos tres. Si te metes igual en las
cuotas del auto cero kilómetro y no te alcanza después vas a tener que vender
el auto a un precio bajo, por menos de lo que vale, para pagar las cuotas
atrasadas. Y no te va a convenir. Bien, lo que vale para un ciudadano vale
para el gobierno. El gobierno siempre tiene que estar midiendo. Hacer
política económica es como manejar las compuertas de una represa
hidroeléctrica. Tienes que saber cuándo hay que dejar salir el agua y cuándo
no. Hay que gastar lo que se puede gastar, con un límite. Cuando adoptas una
política de exención impositiva tienes que saber cuál será la consecuencia.
Para el Estado nacional, para una provincia o para una intendencia, no
importa. Es el mismo criterio para todo. Lo que importa es la capacidad de
recaudación del Estado, porque eso es lo que marcará sus posibilidades de ser
inductor en la economía. A mí me parece que el Estado no debe meterse en todo
y ser empresario pero sí quiero que sea inductor y pueda convencer a la gente
de que hay que hacer tales y tales cosas, con tales y tales prioridades,
porque será bueno para todo el mundo. Así se llegará al punto en que la gente
creerá. La gente no invierte cuando hay confusión política. Precisamos
recuperar esa confianza en la capacidad de inducción del Estado.
–¿De qué
manera?
–Del modo
en que acabo de plantearlo y, a la vez, sin que por eso tampoco descuidemos
la necesidad de generar en todos la convicción de que el Estado no va a
derrochar, de que el Estado va a cuidar el bolsillo. También tenemos que
tener el coraje de decir a los empleados públicos que el dinero no será solo
para ellos sino para todos. Éste es un período en el que intentamos
reconstruir lo que hicimos en 2003. La Argentina pasó por un ajuste. Brasil
pasó por un ajuste. No fue pequeño. En Brasil fue del 4 por ciento. Mucha
gente se fue del PT por eso. Pero hice lo que tenía que hacer: cambiar parte de
mi gordura política por un ajuste para ganar credibilidad y poder llegar a
los resultados que quería. Y conseguimos hacerlo. Este momento exige otra vez
algo así. En economía no existe la magia. Cuando tienes diez dólares en el bolsillo y le preguntas a
50 banqueros, cada uno te va a decir algo diferente. Pero siempre vas a poner
el dinero en la institución a la que le tienes más confianza. La que para tí
sea la más creíble. Con la economía de un país es lo mismo. Debes generar
confianza para la inversión. Previsibilidad. Si no, no te van a seguir.
–¿El
recorte ofrece confianza?
–No.
Cuando recaudas menos de lo que produces, y gastas más de lo que recaudas, en
el Estado o en la casa de un trabajador, está mal. El trabajador no puede
viajar a Disney con la familia, comprar otro televisor o una computadora
nueva para la hija si no alcanza el dinero. Tiene que tener el coraje de
decir que no. Lo mismo con el Estado. Cuando percibe que gastará más de lo
que recauda debe parar y hacer el ajuste para evitar que los gastos terminen
superando la capacidad recaudatoria. Si, en cambio, el modelo es el ajuste
del 2008, nos vamos a dar cuenta de que en todos los países que hicieron un
ajuste –en todos, sin excepción– crecieron la deuda pública y la deuda
líquida. Grecia es el mayor ejemplo. Hizo el ajuste y la deuda pasó a 186 por
ciento del Producto Bruto Interno. Lo mismo los Estados Unidos, que pasaron
de 84 a 106 por ciento. Y uno verá el mismo resultado si toma Italia,
Francia, Portugal o cualquier otro país. Los ajustes empeoraron las cuentas
públicas. El recorte no es la solución sino la señal de que uno es
responsable. Es como decir: “No voy a gastar más de lo que tenga y entonces
te puedo pedir confianza, paciencia y sacrificio porque tú vas a ver que soy
serio”. El ajuste es temporal, para dar un salto de calidad el año siguiente.
Es una necesidad. Una responsabilidad. El dinero del Estado no es tuyo.
–¿Cómo
juega la crisis internacional?
–Es un
elemento grave. Antes el petróleo estaba a 106 dólares el barril, la soja
valía oro y el mineral de hierro estaba a 140 dólares la tonelada. Entonces
bajó la entrada de recursos. ¿Qué hace uno cuando los recursos disminuyen?
¿Llora? No, se adapta a las nuevas realidades. Y debe pensar en esa
adaptación teniendo en cuenta que las víctimas no sean justo los pobres. >>
|