Opiniones en la prensa peruana |
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¿PPK a la izquierda?
Agustín Haya de la Torre
El presidente electo Pedro Pablo Kuczynski, al referirse a la urgencia de resolver la carencia de servicios básicos en los barrios pobres, dijo que en tal sentido, era totalmente de izquierda. En la campaña lanzó varias veces la idea como un punto clave de su propuesta.
Acuñó el término “revolución social”, para acentuarla, lo que causó la irritada confusión de algunos izquierdistas de vieja data, acusándolo por demagogo. La solidaridad con los mineros de La Oroya, con marcha al Congreso incluida, causó más de un soponcio..
Bastó con que el experimentado financista saliera al lado de los trabajadores, para que buena parte de los opinólogos de la derecha pura y dura, brincasen ofendidos. Paradójicamente, un importante vocero de la Confiep, manifestó su total acuerdo.
Revolución social y marchas al lado de los obreros, están a punto de causarle un síncope a los adoradores del “modelo”. Sacuden el ajado libreto de los 90 para demostrar que tales desbandes, son propios de la izquierda revoltosa, o hasta de los apristas, cuando recuerdan sus luchas sindicales. Jamás de un comensal del Club Nacional.
En realidad, Kuczynski actúa dentro de parámetros estrictamente liberales y democráticos. De donde sí se sale, es del esquema ramplón que impuso el neoliberalismo fujimorista, aquél de las privatizaciones a ultranza, manejadas como negocios particulares. El cartabón que opuso Estado y propiedad privada, como algo antagónico, probó mil veces, en un cuarto de siglo, sus limitaciones.
Para empezar, el liberalismo como filosofía, sustenta su doctrina en los derechos humanos, el aporte más importante de una larga estirpe de pensadores que van de Locke a Sartori, pasando por Kant o Jefferson. Una sólida contribución a la modernidad civilizada, que se resume en el concepto de que todos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos.
Una paradoja de la política peruana, es que sectores de la izquierda desde los años ochenta optasen por la filosofía liberal de los derechos humanos, mientras que muchos conservadores, derivaban en posturas discriminadoras.
Desde el punto de vista de la economía de mercado, la pobreza, para un liberal consecuente, no es más que una carga que hay que suprimir, porque evita, precisamente, la integración al mercado de toda la población. En la igualdad de oportunidades en democracia, suelen encontrar puntos comunes liberales y socialistas. No decimos nada nuevo, cuando advertimos que la CDU alemana o el PP español, ambos de derecha, pero modernos y no primitivos, defienden, a su modo, el estado de bienestar.
PPK, con la marcha de La Oroya, le lanza una fuerte advertencia al bronco fujimorismo. Señala una forma de gobierno que puede resultar promisoria. Mejorando las condiciones del capital humano, sacándolo de la miseria, ejerciendo las libertades democráticas, puede generar, desde el liberalismo serio, un aire distinto a un país ahogado por el burdo estilo del capitalismo salvaje.
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